La pareja ¿es un fin en si misma? La pareja no es un fin sino un medio
La pareja ¿es un fin en si misma? La pareja no es un fin sino un medio
La pareja, un medio… ¿para qué?
La vida en pareja es una experiencia más, donde encontrarnos a nosotros mismos. La pareja no significa renunciar a uno mismo sino todo lo contrario. Es una de las experiencias más retadoras pues eso de “fueron felices y comieron perdices” nunca es así del todo… ¿verdad? pues igual que una persona en su evolución cambia, la relación de pareja también. Eso significa momentos de crisis cíclicas. Volver a pasar por crisis es sano y permite evolucionar.
De las crisis bien superadas, se salen más fortalecidos, sigamos en la pareja o no.
Las 2 primeras etapas en la pareja
1. Enamoramiento
Todos asumimos que es un estado que nos hace sentir muy bien, que es transitorio, involuntario e inexplicable. Incluso misterioso… tanto que se suele decir que es ciego.
Aún todavía esta sociedad cree en el mito de Cupido: que te atraviesa con la flecha y se produce un estado como de hechizo, de encantamiento.
Otro mito: la predestinación, la ½ naranja: “estamos hechos del uno para el otro”, y la compatibilidad como que es cuestión de acertar. “En algún lugar está tu ½ naranja y es cuestión de probar y ensayar hasta que se encuentre y ya ¡serás feliz siempre!”
También están los científicos que hablan de feromonas y también se habla de la existencia o no de química, como si el otro es el que me hace sentir… y hay que encontrarlo.
Comúnmente se suele decir que el enamoramiento es “Un estado de imbecilidad transitoria”. Pero dar explicación al enamoramiento trae de cabeza a muchos: científicos, psicólogos, médicos, etc. Intentan dar explicación al fenómeno del enamoramiento con diferentes teorías pero difícilmente se ponen de acuerdo. Hay algunos que hablan de las feromonas, otros dicen que el amor es un sentimiento o un determinado estado emocional, etc.
Hay que aclarar que sobre esto no se ha investigado demasiado y todavía no se ponen de acuerdo los investigadores. La psicología social dice que es algo social (lo atractivo para cada cultura es diferente), los bioquímicos hablen de feromonas pero nosotros vamos a intentar hacer una integración de todas estas cosas.
Lo que sí parece es que se da una integración de fenómenos fácilmente identificables que están muy estrechamente unidos. Son fenómenos:
- Biológicos
- Psicológicos
- Sociales
Vamos a desmitificar un poquito todo esto y vamos a decir que enamorarse tiene que ver más con el azar que con otra cosa y que tiene que haber una predisposición del sujeto y no tiene que ver tanto con el Ser supuestamente amado. Se tienen que dar una serie de condiciones en un momento y en un lugar.
Enamorarse es una capacidad individual de circunstancias personales más que un acontecimiento afortunado de encontrar a alguien como si fuese la lotería. Es algo que va más de dentro afuera que de afuera a dentro. No depende de lo de fuera sino de tu necesidad, de tu momento.
Elementos del enamoramiento
Y es que para enamorarse hace falta libido libre. Gran cantidad de deseo libre o energía vital. Alguien que está súper ocupado o muy muy cansado o sin energía no podrá enamorarse. Tiene que haber un excedente de energía vital, enamorado de la vida, tener ganas de vivir, tener la capacidad de dejarte impresionar por la vida de sorprenderte, capacidad de vibrar con lo que uno contempla (con una música, un paisaje) por eso se suele decir que es una energía que coincide con la energía de la primavera: luz, calor, el salir, dejarse estimular por la vida y por la naturaleza. Si nos fijamos las escenas de enamoramiento suelen estar conexión con la naturaleza, playa, campo, etc.
Esa libido necesita salir y va a buscar un Ser donde ponerse.
1º será idealizados (platónicos). Este tipo de enamoramientos es la mayor prueba de que para enamorarse no hace falta un Ser real. La adolescencia se caracteriza por este tipo de situaciones pero a medida que vamos madurando este Ser va teniendo más visos de realidad y pasa de ser una foto a una persona.
Pero no va a ser una persona sino de una parte de una persona (ojos, pelo, forma de bailar…) hay una parte de una persona que de repente coincide con nuestros ideales que encajan una parte (es muy difícil que encaje todo) y lo mismo que hay detalles que enamoran los hay que desenamoran. (Por eso es tan importante en esos momentos de cuidar los detalles).
Esa parte que bien nos enamora o bien nos desenamora está socialmente determinada, es decir, uno de ellos por ejemplo vestir a la moda, si alguien va de forma muy inadecuada según los cánones del momento, puede ser un punto de inflexión para desenamorarse.
Luego, si ya hay una parte suficientemente importante que cumple nuestras expectativas y es donde ya nuestra libido se asienta y se produce el fenómeno del enamoramiento.
Así que hay una parte de una persona que cumple nuestras expectativas, y hay también un tanteo, un deseo flotante que salta mucho de una detalle a otro, hasta que finalmente se fija y queda fijado en una persona que cubre muchos detalles que cumple nuestras expectativas.
De ahí viene la elección. La elección siempre es arriesgada porque nunca cumple todas nuestras expectativas. Habrá algunas que cumpla y otras no.
Cuando elegimos y fijamos nuestra libido se produce una idealización, se produce una especie de ceguera selectiva donde sólo vemos lo positivo y negamos lo negativo (el amor es ciego). Le ves, pero selectivamente como tú le quieres ver, y ves sólo una parte suya, la parte de la que te has enamorado y lo demás no lo ves.
2. Idilio
Así se entra en la fase de idilio, que es la 1ª etapa de relación. Aquí se produce una identificación muy fuerte con el enamorado: te gusta lo mismo, piensas lo mismo…
La idealización es desde nuestra propia necesidad. Así podemos buscar parejas que nos cuiden o que nos den cancha y nos castiguen. Podemos buscar lo semejante o lo diferente y a veces incluso alternamos. Podemos enamorarnos de quien tiene gran parecido con lo conocido para mí (modelos de mi propia familia) o quien le hubiese gustado a mi mamá o a lo más diferente a lo que hemos conocido, buscando la transgresión y el desafío. Por ejemplo Los Capuleto y los Montesco de Romeo y Julieta.
A lo largo del idilio se produce la etapa de desmitificación donde ya no es una parte sino que se convierte en un todo y esa persona es diferente de lo que tú esperabas.
La persona real, diferente a ti, y se empieza a conocer más a fondo.
El amor que no madura es el que no tolera esa decepción de que la persona no cubra todas nuestras necesidades, que no cubra todas nuestras expectativas. Pero el amor maduro y adulto no es el que te enamoras sólo de las virtudes (que es muy fácil) sino también de los defectos y amar a la persona tal cual es significa renunciar a todas tus expectativas y esto es lo más divertido porque si existiera la persona que cumple absolutamente todas nuestras expectativas sería terriblemente aburrido.
Así lo que da vida a la relación es que la persona puede sorprenderte siempre. Allí donde haya una persona con la capacidad de sorprenderte allá está viva la llama del amor de pareja.
Quizá pueda sonar poco romántico, que se nos aparezca la persona de nuestros sueños pero por otro lado nos devuelve a nosotros el protagonismo, la capacidad. No debemos sentarnos con los brazos cruzados a esperar a que venga la persona adecuada y aparezca.
Estamos acostumbrados a pensar que el amor es una sentimiento pero es más complicado que todo eso. Más que un sentimiento lo vamos a definir como un ejercicio de la libertad, como una elección. Es una opción por la cual eliges libremente compartir tu vida con alguien. Nadie te obliga. Es un acto de libertad.
¿Si el amor no es por suerte de encontrar a la persona adecuada, podemos hacer algo nosotros para enamorarnos o para elegir mejor nuestra pareja?
¿Podemos hacer algo para desarrollar nuestra capacidad de enamoramiento?
Nuestra capacidad de amar a nuestra pareja no es algo que nos venga dado sino que la podemos cuidar o no. Hablamos de la verdadera esencia del amor en pareja, el amor al compartir nuestras vidas. No estamos hablando de dependencias (necesidad del otro) ni de atracción puramente sexual (pues en ocasiones se le llama amor a lo que es únicamente deseo sexual) Y sí, sí que podemos desarrollar más o menos nuestra capacidad de amar a una pareja y eso pasa por lo de siempre: Primero hay que ser capaces de estar bien consigo mismos, desarrollar la individualidad propia, teniendo ganas de vivir y compartir la vida… etc. esto garantizará siempre que sea una libre elección y no una necesidad de compañía.