Paradoja de la felicidad en la vejez ¿Por qué son más felices?

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Paradoja de la felicidad en la vejez ¿Por qué son más felices?

Como veremos a lo largo del artículo, distintas investigaciones han demostrado que la felicidad es más común en la vejez que en el resto de etapas del ciclo vital. Además, existen multitud de factores que alteran nuestro estado de ánimo, siendo la experiencia la que marca la diferencia en la forma de llevar un problema.

En este artículo veremos los principales postulados que afirman que la vejez es la etapa de nuestras vidas en la que más parte de la población es feliz, además de los distintos factores causantes de este suceso, conocido en Psicología como la «Paradoja de la felicidad en la vejez». En consecuencia, conoceremos la teoría de la selectividad emocional de Carstensen, investigación que ha marcado un antes y un después en las conclusiones sobre la felicidad en la vejez y en dicha paradoja.

¿Por qué son más felices las personas mayores?

Las personas mayores no expresan, para nada, una menor felicidad, satisfacción y bienestar cuando son comparados con las personas más jóvenes (Fernández-Ballesteros, 2004). En contraposición, investigaciones del Estudio Mundial de Valores, del Euro-barómetro, de Estados Unidos y de España, ponen de manifiesto que en la vejez aumenta la experiencia de felicidad. En los últimos años se han realizado investigaciones donde se compara la afectividad en las diferentes etapas del ciclo vital, a través de estudios transversales y longitudinales. Estos estudios llegan a las mismas conclusiones:

  1. La experiencia emocional negativa aparece con mucha menor frecuencia a partir de los 60 años.
  2. En la vejez, aparecen más frecuentemente expresiones de gratitud y felicidad que de frustración, tristeza o rabia.
  3. Existe, además, una mayor complejidad y riqueza en el ámbito emocional; se incrementa el adecuado uso y regulación de las emociones, por lo que existe una mejor madurez afectiva.

Además, a través de las mencionadas investigaciones, se ha encontrado que no son la salud o el estado funcional los predictores de la felicidad en la vejez, sino la personalidad y el funcionamiento intelectual. Estas conclusiones son perfectamente explicadas y desarrolladas por la teoría de Laura Carstensen, psicóloga americana de gran prestigio en la Psicología de la vejez.

Teoría de la selectividad emocional

Laura Carstensen (2003) ha creado una teoría que permite explicar tanto la felicidad como el balance entre lo positivo y lo negativo en la vejez, teoría denominada teoría de la selectividad emocional. Desde el Centro de Longevidad de Stanford, postula que, con el envejecimiento, se produce un cambio motivacional por el cual las personas, cuando envejecen, sitúan en primer lugar de la jerarquía de metas la extracción de significado y la optimización de su experiencia emocional, convirtiendo la regulación emocional efectiva en una característica de la edad avanza

Así, las personas mayores son más selectivas tanto en sus relaciones afectivas como en las situaciones a las que se enfrentan. Esta hipótesis ayuda a explicar el fenómeno de la paradoja del bienestar en la vejez, según el cual a pesar del incremento asociado a la vejez en la frecuencia de eventos vitales negativos (enfermedades, pérdidas) las personas mayores siguen manteniendo niveles iguales o superiores de bienestar subjetivo.

En su Charla TED, Carstensen desarrolla su teoría de la selectividad emocional, donde alega que la gente está viviendo más como consecuencia de la cultura, la ciencia, la tecnología y cambios en el comportamiento. Por ello, cada vez habrá más personas mayores y que llegarán a una edad más avanzada, por lo que son y serán de gran importancia para todo el mundo, siendo los primeros en llegar a edades tan avanzadas, lo que provoca que no cuenten con ninguna referencia.

Cuanto más aprendemos de la vejez, se ve que es un incremento en la mejora de vida, en la felicidad, en la experiencia (Carstensen, 2012). Son más felices que el resto de la gente, sobre todo más que los jóvenes. Tienen menos estrés, preocupación y angustia. Esto lo llaman la paradoja de la vejez. No se trata de una generación particular, sino que los mismos individuos, siendo estudiados a lo largo de todas las etapas de su vida, tenían mejores experiencias con el paso del tiempo.

Aceptan la tristeza con mayor naturalidad que los jóvenes, resuelven mejor los conflictos emocionales y ven las injusticias con mayor compasión y sin desesperación (Fernández-Ballesteros, 2004). Centran sus recursos cognitivos como la memoria o la atención más en lo positivo que en lo negativo. Recuerdan más imágenes y rostros felices que tristes comparando con jóvenes. Esto no es por ningún deterioro o problema neurológico; justo los adultos mayores más activos mentalmente son los que más tienden a lo positivo.

Estos cambios se deben a la facultad humana de ver el tiempo, ya que, llegando a una edad, nos damos cuenta de que no vivimos eternamente (Fernández-Ballesteros, 2004). A medida que envejecemos, nuestros objetivos cambian cuando nos damos cuenta de que no nos queda todo por delante. Valoramos la vida, somos más reflexivos, no perdemos tiempo en las banalidades… es un cambio de actitud que nos lleva hacia la más alta felicidad.

Conclusiones sobre la felicidad en la vejez

En definitiva, si en el mundo cognitivo ocurren cambios negativos debidos a la edad, en el mundo afectivo parecen ocurrir cambios positivos esencialmente ligados a un declive de la emocionalidad negativa que algunos autores han conceptualizado como una mejor integración o elaboración emocional (Fernández-Ballesteros, 2004). Por supuesto, resulta vital seguir investigando estos aspectos de afectividad y emocionalidad en la vejez con el fin de descifrar lo que entiendo que sería no solo una “paradoja” sino la “culminación” de la experiencia de la vejez.

Llegado este punto, parece conveniente reflexionar sobre la congruencia entre lo que la experimentación científica nos dice sucede en el funcionamiento cognitivo y afectivo a lo largo de la vida y el hacer y pensar en nuestra sociedad. Si invertimos en ciencia para los problemas de la gente mayor, los años de vida adicionales mejorarán la vida de todas las sociedades. Están llenos de conocimiento para solucionar problemas, pueden construir las mejores sociedades. Comencemos a preguntar a los mayores cómo pueden ayudarnos y no estemos todo el día haciendo lo que nosotros pensamos que necesitan, sino que debemos preguntarles.

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