¿Qué es el amor romántico y cómo se consigue?

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¿Qué es el amor romántico y cómo se consigue?

¿Qué es el amor romántico?

Como bien afirma Nathaniel Branden (2009), muchas de las críticas y negaciones al amor romántico son culpa de los procesos irracionales e inmaduros que se dan entre personas que manifiestan estar enamoradas y después generalizar sobre la repulsa contra este amor romántico. En esta tesitura, las críticas no van contra el amor romántico, sino contra las personas inmaduras e irracionales.

El amor romántico es un vínculo apasionado espiritual, emocional y sexual entre dos personas que refleja una alta estima mutua de su valor como persona. Hemos de tener claro que amar a un ser humano significa conocer y amar a su persona. Este tipo de relación amorosa requiere conciencia, valor, conocimientos y sabiduría, para conseguir mantenerla en el tiempo.

Uno de los obstáculos del amor romántico son las personas que no se aman a sí mismas ya que, sin ello, no tendrán tampoco la capacidad de amar a los demás. Lo mismo pasa con personas que no se respetan a sí mismas, que se sienten inseguras o que están constantemente llenas de dudas.

No estamos diciendo que el amor romántico sea sencillo; al contrario, es un proceso que requiere de cierta madurez afectiva, independencia, identidad y personalidad. Pero tampoco es un mito; este tipo de amor existe y, pese a la poca credibilidad y esperanza de las personas, es una de las mejores cosas que podemos tener en la vida, siempre que nos queramos, respetemos y estemos a gusto con nosotros mismos.

Evolución del amor romántico

Desde la filosofía, el amor romántico siempre se ha presentado como algo individualista, egoísta (Branden, 2009). Sin embargo, según la cultura o la época, la visión de este tipo de amor ha ido cambiando. Por ejemplo, los griegos idolatraban en gran medida relaciones espirituales entre amantes, y pensaban que dicho acontecimiento solo podía surgir del amor homosexual. Para ellos,

Una relación amorosa apasionada entre dos hombres se idealizaba como una relación en la que el amante de más edad inspiraba nobleza y virtud al más joven, y el amor entre ellos elevaba la mente y las emociones de ambos.

Además, personajes como Platón y Aristóteles coincidían en que las mujeres eran inferiores a los hombres en cuerpo y mente, siendo educadas para verse subordinadas a los hombres en casi todos los aspectos. El antifeminismo era un tema de gran popularidad en la Grecia clásica, considerando el amor con una mujer como vacío de significado ético y espiritual.

Por otro lado, la perspectiva romana, siguiendo el estoicismo, la implicación apasionada se consideraba como una amenaza para el desarrollo del deber, incluso considerando la pasión como un tipo de locura (Branden, 2009). Los romanos, al igual que los griegos, no se casaban por razones amorosas, sino que lo hacían por razones económicas y/o políticas, además de para que los hombres contaran con una ama de casa y cuidadora de los niños.

Desde el cristianismo, el alma es una entidad separada del cuerpo, siendo este último solamente una prisión en la que el alma se encuentra atrapada, por lo que la fuente del amor era Dios y, la del sexo, conformando los placeres carnales y físicos, el diablo. Por ello, la abstinencia sexual era la cúspide de lo moral; el sexo servía y debía de realizarse con el único propósito de tener descendencia. Si se realizaba por placer, era considerado como algo obsceno y maquiavélico.

A los ojos de la Iglesia medieval, no era un gran pecado que un sacerdote hiciese el amor con una prostituta, sin embargo, que se enamorase y casase, significando esto que su vida sexual se integrase como una expresión de su persona, era considerado como una enorme ofensa. Lo malo no era el sexo, sino el placer obtenido a través de él, su integración y su normalización.

A partir del siglo XI surgió, a través de trovadores, poetas y juglares, el amor cortés, amor en sentido apasionado y espiritual, que se identificaba específicamente con las relaciones extramatrimoniales (Schnel, 2012). No se podía comprender el amor entre dos personas casadas, sino que solamente cuando dos amantes se dan todo, de forma gratuita, sin que haya una razón que los obligue, al contrario que el matrimonio a los casados.

Pasando por todas estas épocas del amor romántico, hemos llegado hasta la actualidad, la post-industrialización. En estas generaciones, no se suele creer en el amor romántico; se considera que son «cuentos de hadas» que nos han metido en la cabeza los guionistas y directores de cine de Hollywood. En la actualidad, estamos en una sociedad donde el amor romántico ni si quiera es considerado ya que, para la mayoría, no existe.

¿Cómo conseguir el amor romántico?

Como hemos dicho, el amor romántico no es algo que sea sencillo de conseguir, y mucho menos que, como en las películas que estamos acostumbrados a ver, llegará así como si nada. El amor romántico es, y esto es muy importante, producto de un largo proceso de trabajo con uno mismo y con la sociedad. Veamos cuáles son algunos de los factores o aspectos más importantes a la hora de su consecución y de estar preparado para tener una relación amorosa de esta índole (Branden, 2009).

1. Autoestima

Para poder optar al amor del que estamos hablando, es estrictamente necesaria la autoestima. La autoestima es la suma de la confianza en uno mismo y del respeto por uno mismo. Es la creencia de que somos competentes para vivir y, por ello, nos merecemos la vida. Es la experiencia de que encajamos en esta vida, de que podemos superar sus exigencias y retos. Para tener una autoestima sana, es necesario el sentido de competencia básica y el de ser una persona digna y merecedora de recibir amor de los demás.

2. Me merezco ser amado

Otro de los aspectos necesarios para conseguir el amor romántico es la idoneidad de ser amado, es decir, tener una visión de nosotros mismos que incluya la justicia de ser amado, la naturalidad y el merecimiento de serlo y, para aceptar esas premisas, es imprescindible quererse a sí mismo.

3. Me merezco ser feliz

Al igual que en el punto anterior, es fundamental pensar y saber que uno mismo se merece ser feliz. Sin ese pensamiento, será imposible tener de forma exitosa una relación con este amor. Hemos de reconocer que la felicidad es un derecho de nacimiento, y descubriremos, según Branden, que la alegría es nuestro estado natural; ahí es donde el amor romántico podrá echar sus raíces y comenzar a crecer.

4. Autonomía

En una sociedad completamente dependiente, la autonomía y la independencia comienza a ser un rasgo de gran valor y digno de admiración. El amor romántico no es para niños, en el sentido literal y psicológico; no funcionara en aquellos que, sea cual sea su edad, todavía se consideran maduramente hablando niños.

Los individuos autónomos han conseguido superar la necesidad de demostrar que son «buenos chicos», al igual que no necesitarán por más tiempo que su pareja les haga de madre o de padre. Aquellos que, sin embargo, no hayan conseguido la autonomía, tendrán egos permanentemente en peligro, habiendo de tener mucho cuidado midiendo lo que se hace y se dice hacia ellos.

5. Autorrevelación mutua

Una de las características principales de las relaciones amorosas que consiguen prosperar es la autorrevelación mutua: la voluntad de que nuestra pareja entre en nuestro mundo privado, a la vez que sentimos un gran y auténtico interés por el suyo (Branden, 2009). En este sentido, debemos tener en cuenta que en algunos casos puede ser adecuado comunicar y compartir nuestros sentimientos o pensamientos, pero en otros no ya que, en gran medida, la lucha no es nuestra y de los demás, sino que es nuestra contra nosotros mismos.

 

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