7 consejos para un divorcio sano
7 consejos para un divorcio sano
Es posible llegar a un divorcio sano cuando la pareja sabe mantener una comunicación adecuada y ambos consideran sus emociones.
Las rupturas, por lo general, suelen traer consigo sufrimiento y conflictos, no obstante, esto se puede solucionar y aliviar si la nueva situación se gestiona de forma correcta, atendiendo no solo las emociones propias, sino también las de la otra persona.
Una vez que el vínculo matrimonial se ha roto, las parejas dejan de convivir, lo cual significa que algunos problemas se terminan, sin embargo, también emerge un nuevo escenario lleno de retos y desafíos, que conviene abordar con equilibrio.
¿Cuáles son las principales causas de un divorcio?
En primer lugar, para conseguir un divorcio sano, se debe tomar consciencia sobre las situaciones que van dando signos de que se aproxima una ruptura o de los indicios que vaticinan que la mejor opción para los cónyuges es la separación. No obstante, se trata de una realidad compleja que incluso tiene repercusiones a nivel social.
De acuerdo con Tamez y Ribeiro, en su estudio titulado El divorcio, indicador de transformación social y familiar, dentro del círculo familiar, el divorcio constituye un proceso de ruptura y de transformación en el que se dan tres momentos:
- Cuando uno de los miembros comienza a considerar la separación;
- Cuando ocurre la separación física de los cónyuges y
- Cuando se formaliza y se legaliza dicha separación.
Todo este proceso, además de ser complejo, también es heterogéneo, dado que se presenta en cualquier nivel socioeconómico, así como en matrimonios con desigual duración y en diversos grupos de edad.
Sin embargo, algunas de las tendencias actuales son que se presentan en mayor medida en los grupos con más nivel educativo, es solicitado generalmente por la mujer y se incrementa en aquellos grupos con duración mayor a los diez años de matrimonio.
El hecho de que sea la mujer quien solicite más habitualmente la separación o el divorcio, se asocia a varios factores, entre los que se encuentra: mayor tensión en el interior de la pareja, el cambio de expectativas con respecto al matrimonio y las diferencias de estas entre los componentes de la pareja.
Podría afirmarse que, mientras haya una ganancia en el mantenimiento, las relaciones se suelen conservar, sin embargo, cuando ese equilibrio se pierde, entonces la relación se rompe, pues fundar una pareja implica que ambos están unidos porque se nutren de manera recíproca.
En esta reciprocidad, ambos miembros negocian y establecen acuerdos en los que se hace presente el reconocimiento y la valoración del otro; el sentir ternura, cariño, deseo y una buena sexualidad. Todo ello está fundamento en un intercambio, es decir, en poder dar y recibir con equilibrio. Pero cuando dicho intercambio deja de ser recíproco y una de las partes, o las dos, optan por un cambio en su vida, entonces se plantea una nueva situación a nivel personal.
Son muchos los motivos o razones que pueden llevar a que un miembro tome la decisión de divorciarse, pero las señales más claras que da alertan son las carencias comunicativas, una gestión emocional deficiente y la falta de capacidad para resolver las dificultades. Todo esto lleva a que se vayan acumulando tensiones y se haga más difícil la vida en pareja, lo cual puede desembocar en la idea del divorcio como una salida, si bien no siempre es una solución.
No debemos olvidar que la decisión de divorciarse es dolorosa y difícil, ya que se trata de una pérdida que requiere de la elaboración y cierre del duelo, adecuadamente, para seguir con la vida.
Cuando hay hijos producto de la unión, el divorcio suele ser un asunto muy delicado, pues, ambos padres se encuentran vinculados, si bien no emocionalmente, sí como referentes. El divorcio se trata de una nueva relación que exige conceder un nuevo rol y un nuevo lugar a la persona que antes era la pareja.
Los retos de la nueva situación necesitan de una buena coordinación, sobre todo para dar protección a los hijos.
Esto lleva a que muchos padres establezcan acuerdos para continuar cubriendo las necesidades de sus hijos, de una forma independiente con respecto al nuevo estado civil que vincula a los ahora exmiembros de la pareja, una situación que, además, pone a prueba la madurez de los padres.
Consejos para un divorcio sano
Para vivir un divorcio sano se recomiendan las siguientes pautas:
- Pensar con calma: pues, es una gran decisión y requiere de la reflexión, evitando que la prisa y las emociones sean las que dictaminen cómo proceder. Si la persona se siente con una sobrecarga de emociones o pensamientos, lo mejor es evitar tomar decisiones importantes.
- Revisar las finanzas: este es un tema que se aborda en las separaciones, por lo que se recomienda analizar los ingresos personales, los gatos que de ahora de adelante correrán por cuenta de la persona que decide separarse y se trace un plan que garantice la estabilidad económica propia y la de los hijos, si los hay.
- Hablar de forma clara con los hijos: ya que esto también les permitirá vivir un divorcio sano; ellos deben saber que sus padres se van a separar y que esto requiere de una nueva organización de la familia; igualmente, se sugiere escucharlos sin transmitirles incertidumbre, angustia o rabia hacia su otro padre. Más bien, se les debe asegurar que se hará todo lo posible para resolver los problemas y garantizarles que el amor por ellos sigue intacto. También se recomienda que transcurra, por lo menos un año, antes de introducir una nueva pareja, pues, además de quizá causar daño a los hijos, esto puede generar más complicaciones en las negociaciones del divorcio.
- Manejar las emociones con inteligencia: lo cual no implica negar lo que se siente, ya que lo ideal sería poder expresarlo. Las emociones se deberían reconocer y comunicarlas a una figura de apoyo que puede ser un amigo, un pariente o un psicoterapeuta.
- Evitar las descalificaciones: ya que, tras ello, se suelen esconder carencias personales que empujan a que uno de los miembros quiera tener el control y se llegue a sentir superior.
- No se trata de tener la razón: sino aprender a negociar y mantener abierta la comunicación, basada en el respeto, centrando la mirada en los hijos.
- No responsabilizar al otro: muchas veces, uno de los padres se coloca en situación de víctima, evitando asumir responsabilidades en lo que ha sucedido. Para evitarlo, las dos partes se deben dar cuenta que ambos han influido en cierta manera con lo que está ocurriendo, por lo que no hay buenos ni malos, sino personas que no supieron mantener una relación.