Entendiendo el amor y la pareja en tiempos de neurociencias
Entendiendo el amor y la pareja en tiempos de neurociencias
- El estudio científico del amor tiene sus orígenes en el siglo pasado. En el presente siglo destacan los nombres de Helen Fisher con su libro ¿Por qué amamos? Es un enfoque teórico y basado en las neurociencias. De la misma forma destaca Louann Brizendin con sus obras: el cerebro masculino y el cerebro femenino.
- Destacan en las explicaciones del amor, la teoría tripartita de Helen Fisher: Lujuria, Amor Romántico y Apego. Y, la teoría triangular de amor de Robert Sternberg: Pasión, Intimidad y Compromiso, las cuales tienen rasgos similares.
- Se plantean algunas interrogantes del amor, haciendo hincapié el punto de vista interdisciplinario de las neurociencias.
- Uno de los enfoques que complementa el análisis del amor, es su construcción social, pues en la prehistoria no existía el concepto y ha venido cambiando, se le asocia con: familia, matrimonio, procreación, amor a Dios, amor cortés. Y, más recientemente con amor líquido y amor confluyente.
- Se describen algunas técnicas para mapear las reacciones del amor como: la resonancia magnética, magnetoencefalografía y el fotopletismógrafo.
- Incluye también, algunos datos curiosos sobre el proceso de amor y desamor y adicción amorosa en el amor de pareja.
Introducción
“Camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo” José Ortega y Gasset
El tema del amor, hace algunos años era exclusivo de los filósofos y literatos, y su disertación consistía en describir las conductas visibles del mismo. El filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset decía: «el enamoramiento es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra consciencia se estrecha, empobrece y paraliza”.
La complejidad de escribir sobre el amor, siendo una palabra polisémica, nos lleva por diferentes vías: es una construcción social, locura, pareja, ser especial para alguien, familia, hijos, Dios, un acuerdo comercial, unión para siempre, matrimonio, instinto, depender de otra persona, neurociencias, amor romántico, amor pasional, amor compañía, amor líquido, amor confluyente, amor libre, diversidad sexual, emoción, sentimiento, un mecanismo evolutivo para la perpetuación de la especie y más. Todas ellas están imbricadas o interrelacionadas y cada una tiene una explicación diferente, pero al mismo tiempo similar, en donde nos vemos de una u otra forma reflejados.
Aunque existen muchas interrogantes aun sin resolver: ¿Es lo mismo amar, que estar enamorado?, ¿Qué sabemos hoy día de la química del amor?, ¿El amor es ciego?, ¿Existe el amor a primera vista?, ¿Qué tan cierto es el postulado de: ¡Hasta que la muerte nos separe!, ¿Qué siente una persona enamorada?, ¿Aman de la misma forma, los hombres y las mujeres?, ¿Se puede morir de amor? Todas estas y más son algunas preguntas que hombres y mujeres se han hecho a lo largo de los años.
El amor desde el punto de vista de las teorías y las neurociencias
He amado a muchas mujeres y hombres, pero no amo a nadie más que a ti. Walt Whitman
Los programas del amor de Helen Fisher
Una de las propuestas más interesantes sobre el amor, ha sido propuesta por la bióloga y antropóloga estadounidense Helen Fisher, en su libro ¿Por qué amamos? “El amor romántico es, en mi opinión, una de las tres redes cerebrales primigenias que evolucionaron para dirigir el apareamiento y la reproducción” (Fisher, 2009, p. 12).
Supone que los seres humanos funcionamos por la presencia de tres programas del amor:
- Lujuria o atracción sexual: es el instinto o deseo por alguien en particular (mediando por la testosterona y feniletilamina),
- Enamoramiento o amor romántico: son los cambios que se experimentan en este tipo de amor (p. ej., estar ansiosos, obsesivos, eufóricos, atontados), es la motivación por hacer cosas en conjunto, pero también de forma individual, es el acoplamiento a una pareja en particular (mediado por altos niveles de dopamina, norepinefrina y endorfinas, en contraposición de bajos niveles de serotonina), y
- Unión profunda o apego: es el tiempo estimado para la crianza conjunta de los hijos, hasta poder alcanzar una cierta independencia (mediado por la oxitocina).
Siendo para Helen Fisher, el amor, una respuesta biológica y fisiológica, más que una emoción. Es una visión tripartita, desde el punto de vista de las neurociencias. “Según Fisher, estos tres impulsos, hondamente integrados en el cerebro humano, comparten una profunda raíz evolutiva y van a sobrevivir mientras sobrevivamos como especie, puesto que su balance controla la reproducción”. (Ceppas, 2024). Curiosamente, la teoría triangular del amor del Psicólogo Estadounidense Robert Sternberg, se empalma con la de Helen Fisher:
- La Pasión sería la lujuria,
- La Intimidad sería el enamoramiento o el amor romántico, y
- El Compromiso sería las Relaciones de Apego.
Sin embargo, estas trilogías, están mediadas, y también superpuestas por otras áreas, como son: la cultura, la economía, la religión, los aspectos sociales y muchos otros elementos más.
Uno más de estos enfoques, es conocido como el modelo de vías múltiples utilizado para entender los trastornos mentales y sus causas. “Es un modelo holístico interactivo e integrativo. Es un metamodelo o modelo de modelos formado por factores: Biológicos, Psicológicos, Sociales y Socioculturales”. (Sue, Wing & Sue, 2010, pp. 34-35).
Más recientemente, en un artículo escrito en la revista Psychology Today, por la Doctora Susan Krauss (2021) de la Universidad de Amherts, en Massachusetts, cita a los investigadores: Laura Machia de la Universidad de Syracuse y Brian Ogolsky de la Universidad de Illinois. Quienes concluyen, que las principales razones para irse o quedarse en una relación son, de acuerdo a la Teoría de la interdependencia: “Los sentimientos de amor y compromiso predijeron razones para quedarse, pero la disponibilidad de otra alternativa surgió como la razón más fuerte para irse”. (Krauss, 2021).
Valdría la pena imaginar, la siguiente escena: Roberto y Leticia, viven juntos desde hace más de 30 años (relaciones de unión o apego). Cada mañana, despertar al lado de la persona amada les produce atracción y placer, sin importar los años que han pasado juntos (amor romántico o atracción). Y, no obstante, los cambios que han experimentado sus cuerpos, aún está prendido el deseo y las ganas de estar con la pareja en la intimidad (lujuria). Sería realmente un poema de amor, despertar con la persona amada, seguir atrayéndose con el deseo a flor de piel y tener muchos años juntos. Hasta ahí, todo marcha bien, si todos los programas del amor se encienden con la misma persona y ambos experimentan esta agradable sensación. El problema sería, que estos programas se encendieran de forma independiente con personas distintas: una persona me produce lujuria y deseo, otra me llena para vivir una experiencia de amor romántico (tenemos proyectos de vida juntos y separados, pero no somos pareja oficial). Y, otra persona más, me produce apego (cuidados físicos y seguridad emocional solamente), es decir, tengo una relación de largo plazo, con algunos chispazos solamente de lujuria y de vivir proyectos juntos y/o separados.
Los programas del amor se encienden bajo esta perspectiva y se relacionan con diferentes áreas del cerebro interconectadas, así como con mensajeros químicos, los cuales intervienen para sentir: amor o desamor, rechazo o aceptación, dolor y placer y muchas combinaciones más.
El amor bajo el escáner de las Neurociencias
«Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección» Antoine de Saint-Exupéry.
A través de las neurociencias, los especialistas analizan las respuestas amorosas de los sujetos y hoy en día, podemos estudiar el cerebro en vivo con estrategias teóricas y tecnológicas como se puede observar a continuación.
“Los científicos conocen qué tipo de nervios son los que conectan distintas regiones cerebrales y pueden suponer cuáles son las sustancias químicas que están activas cuando unas regiones cerebrales determinadas empiezan a brillar en la resonancia magnética debido a un aumento de la actividad”. (Fisher, 2009). La resonancia magnética IRM, es un aparato que produce imágenes anatómicas tridimensionales detalladas que se usan para escanear todo el cuerpo y a través de ello, se pueden detectar enfermedades, establecer un diagnóstico y monitorear un tratamiento, así como el funcionamiento del cuerpo.
En la parte teórica, se ha podido comprobar que el amor se encuentra en el centro del cerebro, en el área del cerebro reptiliano, en una estructura en forma de “C” llamada núcleo caudado y en otras áreas más relacionadas con el sistema de recompensas y de producción de dopamina como: el septum, el área ventral tegmental, el núcleo accumbens, el núcleo caudado y el cingulado anterior. (Fisher, 2009, pp. 88-89; Brizendine, 2010, pp. 13-15).
Una persona enamorada produce en dichas zonas niveles altos de dopamina y norepinefrina. Una alta concentración de dopamina nos hace sentir una motivación y energía inquebrantable, orientados hacia un objetivo (estar con la pareja), vemos a la persona amada como alguien novedoso y único, estamos eufóricos, hiperactivos, obsesivos, acelera nuestro latido cardiaco (norepinefrina). En la parte negativa, estar enamorado de una persona, nos produce ansiedad, temor y bloquea la corteza prefrontal de dónde vienen nuestros pensamientos analíticos más brillantes y no percibimos los aspectos negativos de la persona amada. Esto se relaciona en las relaciones de pareja, con los puntos ciegos en el amor: ceguera del amor y ceguera al futuro.
Los altos niveles de dopamina hacen qué sin darnos cuenta, nos volvamos en ocasiones dependientes de la persona amada y por ello se dice que el amor de pareja o romántico es una adicción. Somos inmensamente felices de estar con el ser amado, pero si no está, y somos rechazados nos volvemos ansiosos, destructivos y dolorosamente tristes. “Uno de los principales síntomas del amor romántico es la meditación obsesiva sobre la persona amada. Es lo que los psicólogos llaman el pensamiento intrusivo. Sencillamente, no puedes quitarte a tu amado de la cabeza”. (Fisher, 2010, p. 24).
La norepinefrina también presente en el amor romántico, es un derivado de la dopamina que aparece en el cerebro de los enamorados, y produce: euforia, energía excesiva, insomnio, pérdida de apetito, un aumento de esta sustancia química aumenta la capacidad para recordar estímulos nuevos. Esta sería la razón por la cuál en ocasiones, sobre todo las mujeres son capaces de recordar detalles minúsculos e imperceptibles de la visión romántica de las primeras citas amorosas y otros detalles.
Otro componente más en esta cascada química es la serotonina, la cual nos produce pensamientos obsesivos con respecto a la pareja. “El aumento de los niveles de dopamina y norepinefrina pueden provocar un descenso en picada de los niveles de serotonina”. (Fisher, 2009, p. 73).
Al activar esta pirotecnia química hacen acto de presencia otros mensajeros químicos más: la testosterona, la vasopresina y la oxitocina.
En el caso de la testosterona activa los circuitos del sexo y la agresividad, y afronta con ahínco la obstinada búsqueda de la pareja objeto de deseo. La vasopresina es la hormona del galanteo y la monogamia, la que defiende y protege agresivamente el territorio, la pareja y los hijos. Y, la oxitocina incrementa la capacidad empática y construye en el cerebro circuitos de confianza, amor romántico y apego. Reduce la hormona del estrés, disminuye la presión sanguínea del hombre y desempeña un papel fundamental en el desarrollo de vínculos afectivos. (Brizendine, 2010, pp. 17-18).
Debido a que el amor romántico provoca tal euforia que es una pasión tan extraordinariamente difícil de controlar y a que produce ansia, obsesión, compulsión, distorsión de la realidad, dependencia emocional y física, cambio de personalidad y pérdida del autocontrol, muchos psicólogos consideran el amor romántico como una adicción positiva cuando es correspondida y una fijación tremendamente negativa cuando se es rechazado (Fisher, 2009, p. 206). Algunas drogas (cocaína u opiáceos) afectan el mismo recorrido cerebral del sistema de recompensas que involucran a la dopamina y activan las mismas regiones cerebrales del amor. Así, un amante en adicción experimenta: tolerancia, abstinencia y reincidencia.
A medida que la adicción aumenta necesitamos más dosis de droga, al principio podemos conformarnos con un poco de convivencia del ser amado, pero a medida que generamos más apego lo necesitamos más.
Si una persona es desapartada del vínculo afectivo, el amante muestra los síntomas clásicos de la abstinencia a las drogas: depresión, llanto, ansiedad, insomnio, pérdida del apetito o comer en exceso, irritabilidad, aislamiento.
Al igual que todos los adictos, el amante está dispuesto a pasar por todo tipo de experiencias insanas (asumir una culpa, aunque no la tenga), degradantes (ser chantajeado), lastimosas físicas y mentales (intentar suicidarse) con tal de conseguir de vuelta al ser amando.
Mientras en el amor suben los niveles de norepinefrina y dopamina y los de serotonina bajan, el efecto es tener pensamientos obsesivos con respecto al ser amado y con solo ello sentirse bien. Por el contrario, en el rechazo amoroso los niveles de dopamina y norepinefrina bajan, aunque el pensamiento obsesivo continúa esto convierte un tormento al amante despechado, pues no tiene pensamientos de placer sino de displacer.
El amor como construcción social
Tienes que aprender a dejar la mesa cuando el amor ya no se sirve. Nina Simone
Se dice que el amor es una construcción social, porque va cambiando a lo largo del tiempo, las culturas, los países y las sociedades. Son reglas o acuerdos creados por los grupos sociales y culturales, que le otorgan un significado en especial. Se le atribuyen rasgos, atributos físicos, psicológicos, sociales o emocionales. Y, son diferentes también en hombres y en mujeres. Un constructo encierra uno o varios problemas con los cuales los sujetos tienden a enfrentar porque implican cumplir o no cumplir, reglas o formas de comportamiento colectivo. A lo largo de la historia lo que hoy llamamos amor, ha tenido diferentes asociaciones con otras actividades más.
El amor desde la Psicología Social, ha sido analizado desde diferentes ángulos: atracción, proximidad, simpatía, apego, similitud, complementariedad, amor romántico, amor compañía, amor apasionado, la paradoja de amor y odio en los celos y muchísimos temas más (Sangrador, 1982).
En la prehistoria, no existía el amor, muy probablemente había una especie de diversidad sexual al vivir en pequeñas comunidades, el sexo debió de estar orientado a la reproducción y a la supervivencia y al placer. Los griegos lo consideraban como un estado de desequilibrio, para los romanos el amor estaba ligado a la familia y a las relaciones monógamas. Para los romanos el amor era la institución de la familia y la procreación.
En la edad media, estaba mediado por la religión: “amaras a Dios sobre todas las cosas”. En pareja se conocía como amor heroico o amor cortés, y se creía que era una enfermedad del alma. En el Romanticismo, al menos la mujer debía de llegar virgen e inmaculada al matrimonio y se sentaban las bases del amor romántico. A principios del siglo anterior, el amor se desliga de los sentimientos y las emociones, porque eso se consideraba privado. En los sesentas se vive un amor libre: amor y paz. Y, en la época actual se vive: el amor líquido y el amor confluente.